Bibliotecología/Historia/Información como categoría de la bibliotecología
El concepto de información posee diversos significados y es usado en múltiples contextos por el ser humano, el cerebro es el que permite desarrollar los procesos cognitivos siendo capaz de transmitir lo aprendido a otros a través de las generaciones transcurriendo por la oralidad, la lectura y la escritura, formando lo que concebimos como cultura. Esta definición se ha modificado de forma constante, pero, aunque no se ha creado un consenso, sí hay unas características que permiten integrarla a los diferentes contextos en el que es usada, como las ciencias sociales, más específicamente la bibliotecología que es nuestra área de competencia.
Es común que el término información sea diverso dependiendo cada campo de estudio, puesto que es un término de gran extensión, por ejemplo, el dato es considerado la unidad mínima de información, pero a su vez, podemos decir que solo un cúmulo de datos no tienen significado por sí solos para un sujeto o una sociedad, incluso se podría plantear como una manera de transmisión cultural. Aunque no hay, según Ríos Ortega “un consenso general” fue necesario delimitarla para poder desarrollar estudios en los que esta categoría se vio implicada, y su expansión abrió camino hacia el mundo de la investigación, el cual luego por intereses económicos se vio tergiversada hasta el punto de convertir algo tan valioso en una simple mercancía que se compra y se vende al mejor postor, dejando de lado lo que realmente importa: su relación con el sujeto.
Resulta oportuno aclarar que, pese a la falta de consenso respecto del término, en el campo bibliotecológico posee unas características particulares, por ejemplo, es considerada como un bien inmaterial, pero es claro que para lograr la transferencia y la comunicación de la información debe poseer un soporte. Solo es de humanos conservarla artificialmente, permitiendo abrir paso a los avances en materia de preservación, como en su época lo fue el libro y ahora todo lo relacionado con innovaciones tecnológicas. Por otro lado tenemos la memoria, que posee una paradoja y es la importancia de recordar y olvidar como forma de construir identidad guiados por la historia. Además, desde la dimensión del lenguaje se habla de tres categorías, sintáctica: un dato carente de sentido, semántica: la información, o en términos comunicativos, la estructura del mensaje y pragmática: transformar la información en conocimiento, que potencie un cambio en el sujeto. La relación del sujeto con la información a grandes rasgos pretende transformar una sociedad de la información en una que logre ir más lejos para desarrollar sociedades de conocimiento donde se fomente el aprendizaje autónomo y su transmisión. El hombre tiene la capacidad biológica de procesar, almacenar y producir conocimiento que finalmente sería propio y cada quien estaría en el derecho de compartirlo o no con los demás, usando la tecnología como una herramienta para propiciar este cambio.
Todo lo dicho anteriormente lo podemos ver reflejado en varios autores, el primero de ellos es Jesús Mosterín, quien plantea la cultura como información transmitida por aprendizaje social, posteriormente nos define ambos términos para finalmente llegar a los tres tipos de información. El siguiente autor es Jaime Ríos Ortega, su idea central se enfoca en ver desde la dimensión social y cognitiva los múltiples problemas que crecen en torno al desarrollo del concepto de información para al finalizar promover la creación de estudios en torno a las necesidades específicas de la bibliotecología en relación con el tema principal que se ha desarrollado. Por último también se toman datos del artículo de Ariel Antonio Morán Reyes, que hace una relación más directa de los problemas que enfrentan las ciencias de la información por el desarrollo de las nuevas tecnologías y la pérdida del sentido de lo que realmente importa y es el desarrollo del conocimiento por parte de los sujetos en equidad.
En conclusión, esta categoría con sus particularidades en la bibliotecología simplemente reflejó el problema que había con el exponencial desarrollo de información, mostrando que el simple acceso no es suficiente, que se espera que las personas logren ser movidas al punto de crear nuevo conocimiento, que no estén a la espera de que otros les digan qué hacer. Desde el área bibliotecológica se pretende organizar el conocimiento en busca de que la sociedad tenga una guía para adentrarse en el mundo de la información y en las nuevas dinámicas digitales que han creado las tecnologías, sería como el puente pero sin convertirse en una herramienta al servicio de la tecnología, esta última será usada para cerrar las brechas sociales y cognitivas.
Bibliografía
MOSTERIN, J. (1994). Cultura como información. En: Filosofía de la Cultura. Madrid: Alianza Editorial. p.15-32.
RIOS ORTEGA, J. (2014). El concepto de información: dimensiones bibliotecológica, sociológica y cognoscitiva. Investigación Bibliotecológica: Archivonomía, Bibliotecología e Información, 28(62), 143-179.
Reyes, A. A. M. (2017). Las humanidades digitales y sus convergencias con la bibliotecología. Revista Digital Universitaria, 17(12).