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Bibliotecología/Historia/La digitalidad y las bibliotecas en la contemporaneidad

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La práctica bibliotecaria es una tradición milenaria, sin embargo estaba presente como una forma técnica, después la labor del bibliotecario se convirtió en una necesidad social, requiriendo instituciones para la formación de profesionales, impulsada a partir de la idea de organización y difusión del conocimiento. Es importante resaltar que este ámbito social está estrechamente ligado al contexto en el que se desarrolle, por esto, las escuelas de bibliotecología pueden variar en sus formas de enseñanza y práctica de la profesión sometidas a su ubicación. Para el desarrollo del texto es necesario plantearnos una pregunta esencial, que a su vez no será sorpresiva, puesto que en determinado momento la mayoría nos hemos cuestionado esto, ¿Está la institución bibliotecaria y a su vez la bibliotecología amenazada por la digitalidad?

La digitalidad es comprendida como una situación social en la que estamos rodeados de máquinas computarizadas. Está sujeta a constante impulso gracias a la globalización, y a su vez la fascinación tecnológica ha encubierto uno de los atributos sustanciales de la bibliotecología: ser una ciencia humanística. Es indiscutible el hecho de que todos los campos disciplinares deben estar en continua reformulación de sus técnicas en consecuencia de los cambios que se producen en las sociedades gracias a las innovaciones digitales, pero a su vez se debe recordar que las tecnologías son una herramienta, y por lo menos para la bibliotecología no debe representar su eje principal, sino plantearnos cómo podemos usarlas para el beneficio social.

Como planteó el Dr. Guillermo Alfaro en su texto Elogio de la historia de la bibliotecología, desde un fundamento humanístico, le da sentido a la vida del hombre y aporta su propia especificidad, mostrar los grandes afanes de los hombres por dejar testimonio de sí mismos en cada época histórica a través de la información y el conocimiento registrados: es una historia que habla por medio de los documentos de los fulgores y oscuridades de la compleja cotidianidad humana.

Para poder desarrollar la cuestión antes planteada se debe comprender el hecho de que la biblioteca en la actualidad no está únicamente ligada a una institución física, por ende, el bibliotecólogo no solo se dedica a la biblioteca, o por lo menos no la imagen tradicional que se tiene de esta, como expuso Teresa Ayala (2016) en su documento Memoria versus olvido, el más claro ejemplo, La Web es en definitiva, una gran colección de documentos, una biblioteca virtual y el mayor repositorio cultural que ha conocido la humanidad, la información que esta posee es incluso incalculable, además se puede considerar como el lugar más grande de memoria que ha creado el hombre (p. 35).

La bibliotecología se ve influenciada por las digitalidades cuando aumenta la posibilidad de almacenar y manipular cada vez mayores cantidades de documentos, y a su vez la tecnología juega un papel de suma relevancia en la conceptuación del entramado social, maximizando las condiciones de distribución social, mejorando el acceso a los recursos informativos necesarios, fomentando el activismo y la implicación social, aunque aún más importante es el rol del bibliotecólogo, como un guía para los individuos de la sociedad, porque no se trata solo de poseer datos, sino cómo posibilitar el acceso a la información y al conocimiento como elementos esenciales, que pueden impulsar la conformación de una ciudadanía más participativa, teniendo en cuenta el correcto uso de la información puede aumentar o mermar la autonomía, y en la actualidad no estaría fuera de lugar decir que tenemos mucha información pero poco conocimiento. La sociedad es quien define cómo y para qué usa la información que dispone y los profesionales de la información tienen la misión de diseminarla oportuna y pertinente para que la ciudadanía cumpla esos fines sobre todo fortaleciendo las prácticas de lectura, escritura y oralidad.

La digitalidad es la principal causa del cambio social sobre todo en épocas de grandes invenciones o descubrimientos, no se debe suponer que la bibliotecología y las bibliotecas están en contra de ella, todo lo contrario, como agentes humanísticos los bibliotecólogos deben estar ligados a estas tecnologías y ver los nuevos horizontes que traen estas herramientas, por ejemplo: la producción y recepción masivas de mensajes, el desarrollo notable de las industrias de la información, el impacto de las tecnologías de la información en los sectores sociales y educativos en particular, la información como poder, la internacionalización y la unificación de un mundo sin fronteras; elementos que pueden potenciar nuestra labor para la creación, difusión, uso y conservación de datos, información y conocimiento.

Podemos de forma perseverante revisar nuevas perspectivas en la configuración del espacio bibliotecológico y documental, que posibilita la creación de nuevos recursos informativos y la distribución de la información de modo personalizado al servicio del ciudadano. Aunque también en nuestra labor debemos tener en cuenta los riesgos que puede traer la digitalidad, por ejemplo, el exceso de información en la que no se pueda distinguir la veracidad de los contenidos y la pérdida de las interacciones sociales. También el cambio documental ha afectado directamente al tradicional quehacer de las bibliotecas: operaciones como la catalogación, la clasificación y el uso de los repertorios bibliográficos están visiblemente afectadas por la revolución tecnológica y sustituidas con éxito por actividades como la automatización de los catálogos, el acceso a bases de datos en línea y la incorporación a las redes, convirtiendo de hecho a las bibliotecas en modelo de centros de documentación. Ahora la biblioteca deja de ser primordialmente una colección de libros para mostrarse como organización humana que facilita a sus usuarios el acceso a la información y asegura la preservación del patrimonio documental, cultural y científico.

A modo de cierre, es oportuno resaltar la importancia de una conciencia crítica acerca de la fascinación que se tiene por la tecnología, es esencial para brindar criterios para una mejor selectividad en los productos de comunicación. Siendo así, es la sociedad quien definirá si se preserva o no la biblioteca tradicional, porque, aunque esta institución tiene un gran valor especial para los bibliotecólogos, tenemos claro que no es el único lugar donde podemos desarrollarnos, ahora bien, lo que causaría temor en ese escenario es la posibilidad de perder el carácter humanístico, la digitalidad nos aleja cada vez más de las interacciones sociales y una correcta comunicación es uno de los pilares fundamentales de toda sociedad. Así que perder estas instituciones no sólo implica cambios en la sociedad, sino la transición para perdernos a nosotros mismos como seres sociales.


Referencias bibliográficas

Alfaro, H. G. (2011). Elogio de la historia de la bibliotecología. Bibliotecas, 29(2).

Pérez, T. A. (2016). Memoria versus olvido: La paradoja de Internet. Universum: revista de

humanidades y ciencias sociales, 31(1), 31-44.

Reyes, A. A. M. (2016). Las humanidades digitales y sus convergencias con la

bibliotecología. Vol. 17, No. 12.

Yepez, J. L. (2015). La ciencia de la información documental. México D.F.: Universidad

Panamericana.