En persecución/Psicologia/Agresividad
Traductor: Indy Revisor 1: Tchaiky Revisor 2:
Les vamos a acosar constantemente y vamos a atravesarlos como la mierda a un ganso
General George S. Patton
El piloto de combate debe poseer una voluntad excepcional de enzarzarse con el enemigo. Un espíritu agresivo, aquel que no acepta la posibilidad de la derrota, llega muy lejos en el combate. Naturalmente, la agresividad por si sola no vencerá al enemigo – debe ser complementada con frialdad calculadora, una sobresaliente y siempre atenta conciencia situacional, determinación y perspicacia. Ser simplemente agresivo y dirigirse derecho a las fauces de la adversidad te conducirá rápidamente a una muerte segura. Lo que distingue a un piloto con éxito es su habilidad para templar su agresividad cuando es necesario y la capacidad de liberarla con toda su furia en el momento preciso, sin permitir que ésta le llegue a cegar.
Cuando empieces a sentirte superado, acorralado y empujado de un lado a otro por el enemigo, tu agresividad se verá afectada y esto te inducirá a volar a la defensiva, de forma predecible, con benevolencia. En este momento, o preferiblemente unos instantes antes, debe desatarse un torbellino de adrenalina, una cólera divina, hacer que cada movimiento resulte demoledor, preciso, inapelable. Aprieta los dientes, maldice al enemigo y aleja el desaliento. Debes actuar premeditadamente, con determinación y siendo perfectamente consciente del más ligero cambio de ventajas. El enemigo, ¿no ha fallado el tiro? ¿no está empleando su mejor índice de alabeo? ¿no ha reaccionado muy lento? ¿no ha desaprovechado su ventaja? ¿no está entrando en pérdida? Busca cada oportunidad, no dejes escapar cualquier error y recupera la confianza poco a poco. El ganador no es aquel que vuela mejor si no el que comete menos errores, y cualquier piloto comete errores.
Una aproximación excesivamente cuidadosa o defensiva solo sirve de ayuda al enemigo. Cuando eres tú el que tiene la iniciativa, no vaciles. Aprovéchala sin remordimiento, sin contenerte. Abruma a tu enemigo y no le des un respiro, porque seguro que él tampoco te lo daría.
La adrenalina, en concreto, es de la máxima importancia. Tienes que querer ganar con cada fibra de tu cuerpo. Tienes que sentir una cólera justificada bullir en tus venas – ¡no seas pardillo! No te quedes ahí sentado, moviendo la palanca como si estuviera hecha de porcelana, cómodamente en tu sillita. ¡Vuela como nunca habías volado!¡Eres un piloto de CAZA!¡Concéntrate en la tarea, deja que tus movimientos surjan de forma natural y ¡MATA! ¡MATA! ¡MATA!
Dicho esto, la agresividad proyectada de forma directa y aplicada al extremo puede también llevarte a un mundo de dolor, uno creado por ti mismo. Nunca permitas que tu agresividad te lleve a superar los límites donde se descuidan los principios básicos del combate aéreo. Por ejemplo, mantener un ataque en picado más allá de la envolvente de maniobra solo hará consumir tu energía. Si el enemigo rompe o bien se sale fuera de tu envolvente de tiro mientras realizas el picado, siendo evidente que tienes que cargar con excesivas “ges” si quieres acertar, rompe de inmediato y recupera una posición favorable. Mantener el ataque en este instante, o peor, frenar e intentar enfilarlo, reducirá tu energía y hará el combate enormemente más complicado. Se agresivo, pero controla tu agresividad. Demasiada agresividad puede hacer que te enzarces con algún enemigo de más, y aunque confíes en tu capacidad para encargarte de ambos, te quedas empantanado, volviéndote predecible. En breve, a los dos enemigos “fáciles”, se une uno o dos expertos, y algún que otro enemigo “fácil”, volviendo la situación insostenible. ¡Conoce tus límites! De forma similar, perseguir a un enemigo que se encuentra fuera de rango de tiro, te coloca en una situación predecible e improductiva. Si no puedes acabar del todo con él, déjalo marchar y busca otros objetivos más claros.
La agresividad no está limitada a situaciones de uno contra uno, si no que es también aplicable a la zona de combate en su conjunto. Pregúntate a ti mismo que zona es la más agresiva en general, ¿quién tiene la iniciativa? ¿Puedes debilitar el ataque del enemigo si los atacas antes de llegar a zona? ¿Puedes desviarlos de su misión? ¿Puedes cambiar sin ayuda el signo del combate presentando una amenaza?
El enemigo, ¿está confiado, desesperado, relajado, desorganizado? Antes de despegar considera la zona de combate como un todo e intenta conseguir que tus acciones tengan el máximo efecto en ella. En otras palabras, ¿qué es lo que esta pasando en el mundo virtual y dónde puedes ser de más utilidad?
Hablando en general, los participantes de la “guerra” en red tienden a ir en bandada a las zonas donde hay más acción – el frente, o aquello que más se le parezca. Esta afluencia masiva adopta a su llegada una distribución envenenada que actúa como una fuerza viva en si misma, una especie de trituradora de carne auto-alimentada, por así decirlo. En esta línea del frente uno puede encontrar innumerables combates a menor o mayor escala, o “madejas” de pilotos, la mayoría de ellos sobre o muy cerca del suelo. A medida que aparecen nuevos pilotos, éstos son tragados inexorablemente por estas melés donde, en la mayor parte de los casos, se trituran antes de ser escupidos en pedacitos de chatarra. Muy pocos de los que participan en este tipo de combates, consiguen llegar nunca a casa, lo que atestigua nuevamente la poca consideración por la vida en el mundo virtual. El bando que consiga aportar un mayor número de cazas, o saque mayor beneficio del fuego antiaéreo, ya sea dirigido por la IA o por jugadores humanos, podrá mayormente mantener la ventaja e irse abriendo camino hacia delante. Sumergirse solo en estas aglomeraciones es raramente provechoso, a pesar de ser ésta con diferencia la práctica más frecuente, por el hecho simple de que los pilotos buscan con impaciencia la acción inmediata: darle al gatillo y pegar bandazos a uno y otro lado, es lo que les pide el cuerpo. Particularmente esta práctica me resulta increíblemente absurda y repetitiva, y en absoluto gratificante, pero es solo una opinión.
En tal disposición, los combates, a gran escala, son de doble naturaleza: está la “trituradora” que se desplaza agitándose sobre el paisaje, y los ataques selectivos a aviones que se dirigen a la zona de la trituradora. Mientras que en el primero la actividad es del tipo hiperactivo y de músculo, los últimos tienen un carácter selectivo y más estudiado. La “madeja” requiere poca reflexión o habilidad, más allá de seguir a la masa, mientras que el combate selectivo requiere el conocimiento y puesta en práctica de tácticas contrastadas. Sobra decir que el caza que busca un combate de calidad, tiende a mirar más allá de la “madeja” para proyectar su ataque en un entorno controlado antes que en uno caótico. Este entorno controlado suele encontrarse en los “corredores de tráfico” que van de los aeródromos enemigos a los objetivos más probables de las misiones enemigas. Patrullar estos corredores y merodear cerca de los aeródromos enemigos es con frecuencia más tranquilo, y da la oportunidad de mejorar la CS y practicar tácticas energéticas que implican un riesgo mucho menor para uno mismo. Si eres lo suficientemente bueno como para incidir en las vías de salida, puede que finalmente se den cuenta y salga alguien a tu encuentro, dando lugar a unos cuantos combates interesantes. Si te sientes especialmente agresivo, tráete a un grupito de amigos y acomódate cerca de un aeródromo enemigo: mediante el empleo de tácticas de equipo apropiadas puedes hacer la vida extremadamente frustrante al enemigo y estrangular el flujo desde ese aeródromo en particular, aliviando temporalmente la presión sobre el frente. He aquí una pequeña historia para ilustrar el método, y su superioridad sobre la lucha de “músculos”:
Entrando nuevamente en la zona de ascenso de Abbelville, esta vez a nueve mil pies, vislumbro un contacto enemigo a las diez en punto. Entro y acierto al 109 en ascensote pleno en el ala derecha, corrigiendo con timón de cola a babor para mantener concentrado el fuego. “Hahn” estalla mientras meto timón derecho a tope para evitar la masa en llamas. Salgo de la zona hacia el oeste en busca de altitud. Volviendo a mi territorio de caza, me encuentro todavía con otro avión en ascenso a las afueras de Abbelville y me deslizo a sus seis ciegas. Un FW. Ratatatá, boom…“Lipfer” estira la pata. Me largo. Un poco después, un Messer experimenta el mismo destino, pilotado por “Konrad”, que no consigue ver mi Mustang deslizándose a sus seis abajo. ¡Boom!. De vuelta a base, entro en combate con un FW que regresa de vuelta a Francia. Consigo tocar levemente pero dado que está en completa alerta y empieza a alabear, lo dejo marchar al percibir que va empeorando mi CS. Me apunto una asistencia un poco después cuando “Grendl” convierte el FW en pedacitos de metal. Me apunto otra asistencia con un tocado leve sobre el 109 de “Hahn”, luego pongo rumbo a Blighty.
Warbirds, 25 de Octubre de 1998.
La agresividad se presenta en diversas circunstancias y formas. Pongamos por caso a Erich Hartmann, sin duda el mejor piloto de combate de todos los tiempos, que en escasamente dos años se anotó 352 derribos confirmados. Sin conocer su historia, uno puede pensar que fuese una persona de agresividad singular, con casi poderes mágicos para abordar y despachar a más de 50 enemigos de una tacada. Nada de eso. Era un cazador frío y calculador, un asesino del aire con una conciencia situacional de orden superior, sujeto a una doctrina de combate extremadamente rigurosa. Su “receta” era una fórmula increíblemente simple que cualquier piloto aspirante debería aprender de memoria: ver - decidir - atacar – una pausa para el café.
Ver. Aquel que atisba primero al enemigo adquiere una gran ventaja, pudiendo maniobrar convenientemente mientras el contrario se desplaza tristemente en completa ignorancia. El 90% de los derribos se consiguen contra enemigos que no son conscientes de la amenaza que se cierne sobre ellos. Por tanto, agudeza visual, vigilancia de todo el perímetro y capacidad para ver al enemigo a larga distancia, son de la mayor importancia.
DECIDIR. ¿Es seguro atacar? ¿Podrás retirarte sin más o hay factores que aconsejan prudencia? ¿Puedes atacar desde tu posición actual o tienes que maniobrar? ¿Cómo vas a actuar tras el ataque? ¿Cuál es el momento idóneo para atacar?
ATACAR. El ataque debe ser rápido y despiadado, en el momento más favorable. Acércate a la victima, desde la parte ciega dorsal o incluso algo más bajo, y dispara solo cuando tengas la certeza de conseguir un derribo inmediato. Acércate a la mínima distancia – el enemigo debería ocupar la mirilla por completo.
UNA PAUSA PARA EL CAFÉ. Si el ataque no es seguro o no se puede evitar una maniobra evasiva del enemigo, haz una pausa. Esto es, desengánchate y busca una víctima más fácil. Si decides atacar de todas formas, hazlo en un solo y devastador ataque y desengánchate de forma inmediata hasta una altitud que resulte segura o hasta una zona de seguridad en la que recuperar la conciencia situacional.
Toda esta cuestión se reduce a que un piloto de caza no debe simplemente ser muy agresivo, extremadamente astuto y calculador en los momentos adecuados, sino también ejemplarmente precavido y mentalizado en la seguridad. Debe mostrar gran disciplina, saber muy bien cuando atacar y cuando no, las posibilidades y potenciales consecuencias de las últimas acciones. Erich Hartmann personifica la máquina de matar perfecta, y resulta un buen modelo a seguir para cualquier piloto virtual en ciernes.
Imparcialidad, o entrar al combate en condición de igualdad, o volar tal y como espera el enemigo, no tiene sentido en el aire. Si quieres tener éxito debes acumular tantas “injustas” ventajas a tu favor como te sea posible y no dudar nunca en hacer uso de ellas. Altitud, velocidad, factor sorpresa, acompañamiento, tácticas de equipo - ¡úsalas todas! Solo un necio le da al enemigo la oportunidad de contraatacar. Debes buscar al enemigo donde sea más débil, donde no tenga margen de maniobra, donde puedas superarlo numéricamente y emplear al máximo cualquier ventaja concebible. Es un duro negocio, pero debes hacerlo antes de que el enemigo lo haga contigo.