Historia del Partido Comunista Paraguayo (1928-1990)/Era Stronista/Colaboracionismo Opositor
LOS LEVI-RUFFINELLI, PUNTA DE LANZA DEL COLABORACIONISMO
[editar]Los elementos más advenedizos y ambiciosos del Partido Liberal no tardaron en picar el anzuelo stronista e ingresaron al elenco oficial que empujaba el carro de la «democracia por etapas» y su complemento, la «democracia sin comunismo». En la despreciable tarea de colaboración con el stronismo se distinguieron los hermanos Carlos y Femando Levy Ruffinelli, que desde las bancas que obtuvieron en la Cámara de Representantes, como prebendas arrojadas a sus pies, se dedicaron a minar y dividir a su propio partido. Entre tanto, Stroessner proclama a todos los vientos que «representantes de la oposición» ocupaban su lugar en el «engranaje democrático de la nación». Y los «préstamos» yanquis comenzaron a fluir generosamente.
Contemporáneamente, el ministro del Interior, Edgar L. Insfrán, hábil arquitecto de las maniobras políticas, codo a codo con los flamantes «opositores» levyrales (como el pueblo los bautizó) intensificaba la persecución política y policial contra la oposición consecuente y particularmente contra los comunistas, a quienes unos y otros trataban de aislar. Al mismo tiempo arreciaban en la campaña de seguir incorporando a otros sectores políticos a lo que dieron en llamar «el proceso». En verdad, cuando los levyrales en el correr de los años se agotaron y quedaron desenmascarados ante el pueblo como lo que eran: vulgares trepadores, ansiosos de figuración y de prebendas, fueron sustituidos por otra fracción del mismo partido que resultaron ser los Liberales Radicales, liderados por Justo P. Benítez, Domingo Laíno y otros. Ingresaron igualmente como parte del engrase del sistema los febreristas, cuyo representante en la Cámara, el capitán Juan Speratti, provenía del ala más conservadora de esa agrupación política.
Con el tiempo llegó la autocrítica. Todos menos los Levy, reconocieron haber sido engañados y burlados en sus buenas intenciones radicales y febreristas, se retiraron de la Cámara de Representantes, o sea, del «proceso de la democracia por etapa». Sin embargo, hay que dejar constancia que la última instrumentación a que fueron sometidos fue la aprobación, con activa participación de los mismos, de la Constitución de 1967, que nuevamente otorgaba poderes autoritarios al Ejecutivo. Para más, poco después manipularon un artículo del mismo (173) para consagrar el vitaliciado de Stroessner.
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