Manual del escritor/Audiovisuales/La premisa
Los guiones han sido el elemento clave del cine desde sus inicios; a pesar que las películas y en general los productos audiovisuales tienen principalmente una carga visual y sonora, todos estos proyectos empiezan con un texto escrito. Los guionistas en ultima instancia fueron los que inventaron los besos en pantalla, las tortas en la cara y los duelos.
Escribir guiones puede parecer a simple vista una tarea sencilla pero en realidad es un arte muy complejo; además de expresar ideas visuales en el papel, el escritor debe crear la participación de personajes y una estructura hermética. Un guionista es algo así como un coreógrafo de sensaciones con muy poco margen de error, a pesar de esto, el guionista es uno de los roles menos reconocidos y celebrados de toda la producción.
Con la ayuda de extractos de guiones reconocidos, los estudiantes aprenden a pensar visualmente, crear personajes memorables, escribir un diálogo interesante y construir estructuras eficaces de escena para mejorar sus historias.
La terminología de las técnicas del guión y las estrategias, para hacerlo, junto con las páginas de ejemplo y plantillas, serán de gran ayuda para guiar el proceso desde la inspiración inicial hasta el guión terminado.
Creación de una premisa para el guión
[editar]La premisa es aquella idea en la que se centra la historia, la idea fundamental. Cualquier acción y cualquier imagen de la historia debe parecer orientada a reafirmar esa premisa. El guionista debe tener esa premisa clara desde el primer momento, si no es así, la historia está fallando en un nivel fundamental.
Hablar con otros de su idea, puede ayudar a depurarla para lograr una buena premisa. |
Temas para discutir |
Una vez encontrada la premisa la tarea del guionista debe ser transmitirla claramente y que la audiencia no se devane los sesos encontrándola; la historia puede ser todo lo intrincada que el guionista quiera pero la premisa debe ser lo más clara posible.
La idea inicial para escribir una historia, muchas veces no es la premisa; la idea inicial para contar una historia puede ser un personaje, un espacio o cualquier otra cosa. Un guionista puede llegar a una oficina, por ejemplo, aquella oficina lo inspira y decide contar una historia acerca de una abogada rubia y muy bella en cuya oficina ocurre algún problema; este guionista ya tiene una idea inicial, ya tiene punto de partida lo cual está muy bien, pero no tiene una premisa, para encontrarla el guionista debe centrarse en algún momento a preguntarse «¿Cuál es mi historia?», «¿Qué historia quiero contar?». Una premisa para esta historia sería por ejemplo: «La belleza ayuda a solucionar problemas» o «Las rubias tienen una inteligencia superior».
Cualquiera que sea la premisa debe respetarse a lo largo de la historia, si no es así al espectador le debe parecer increíble la puesta en escena, la historia no será verosímil; no existen premisas tontas, tal vez poco creativas o extrañas, pero finalmente es la historia la que la hace valer.
La premisa debe ser la fuerza impulsora detrás de cada evento del guión; una buena premisa se deriva de las emociones: del miedo, de la desesperanza, del amor, del deseo, etc. y gira en torno a un personaje, un conflicto y una conclusión.
Un guionista puede encontrar inspiración en cualquier parte: en las canciones, o en algo que soñó, en un lugar que le pareció apacible, en un suceso violento, en algo que leyó; cualquier cosa puede servir de inspiración y todos trabajan distinto. La creación es un acto de rebeldía y de imaginación y cada ser humano tiene una forma distinta de aproximarse a ella. Algunos guionistas necesitan disciplina, orientarse a sus metas; otros por el contrario pueden lograr una idea muy concreta durante un almuerzo o al momento de levantarse. Lo importante es descubrir su manera de trabajar y cuando la encuentre ser lo más consecuente, buscar siempre nuevas maneras de inspiración, generar buenos hábitos de trabajo y descansar regularmente. Las ideas vienen la cabeza con más frecuencia cuando estamos relajados. |
La inspiración de un guionista |
Por ejemplo, la premisa de Otelo de William Shakespeare es que los celos sin control llevan a la muerte: Otelo es el personaje, sus celos de Desdémona es el conflicto y la muerte de ambos es la conclusión.
En la película Titanic de James Cameron (1997), la premisa es que el amor vence a la muerte, física y espiritualmente. Rose es el personaje, el barco que se hunde y la participación forzada de Rose son los conflictos y la conclusión es que el amor de Jack ayuda a su muerte y librarse de su novio.
En la película de Jonathan Demme, El silencio de los corderos (1991), la premisa es que el valor destruye el mal.
El agente del FBI Clarice Starling es el personaje, el conflicto es su temor de el asesino en serie Buffalo Bill y la conclusión es que ella supera sus temores con el fin de derrotar a su oponente.
Como se ha señalado por Egri, «Una buena premisa es una sinopsis en miniatura de la película»
Si su historia no tiene una premisa clara, estará fuera de foco y no tendrá claridad.
Por ejemplo, si una historia es más "ilustrativa" que dramática, la presentación de ideas supera al conflicto, no podrán mantener el interés de la audiencia. Si a la audiencia se le presenta más de una premisa o si la premisa de cambia en el camino la audiencia tenderá a confundirse y a aburrirse. De cualquier manera, el guión no funcionará.
Sin embargo, algunos guiones, como el guión de Steven Gaghan de Tráfico (2000) y el guión de Alan Ball para American Beauty (1999), son capaces de tener éxito con múltiples argumentos y puntos de vista.
Esto es porque mientras estas películas puede parecer a primera vista sin una premisa, de hecho, cada uno por separado tiene su historia propia y clara premisa.