Pensamiento castanediano/La cosmovisión
Apariencia
'Seres orgánicos' y 'Seres inorgánicos'
[editar]Los Aliados de poder: los seres inorgánicos
[editar]Los 'Voladores', o 'Predatores'
[editar]"Águilas" y "Serpientes"..
[editar]Formas y Funciones
[editar]Luztlán
[editar]Luztlán
[editar]Extractos del nuevo libro de Domingo Delgado Solorzano: -Los Nahualtecas
- … Don Chema y don Vicente no se andaban por las ramas. Su información era directa, sin contemplaciones. Al inicio me parecieron crueles y brutales. Destructores de buenos sentimientos y de la esperanza. La fe ciega en el ser humano y en sus posibilidades de cambio, para un soñado día alcanzar la plenitud como humanidad que me animaba cuando los conocí, prontito se hizo añicos ante sus mil grados bajo cero comentarios y su endiablada franqueza. La dureza de las experiencias, sin embargo, hacía sentir sus palabras cálidas y luminosas. Fuimos llevados a través de ellas a empellones, sin misericordia alguna, nos confrontaban con seres inconcebibles, lugares demenciales y entradas y salidas formidables. Del azoro breve por cierto, pasábamos del miedo al terror absoluto. Con brusca ferocidad tuvimos que desandar el camino de la esperanza idealista con su generosidad enarboladora de la igualdad y el humanismo. Más tarde descubrimos que la desintegración de la conciencia es sinónimo de quietud y paz.
- El movimiento concentrado en deshacer y rehacer era nuestra garantía de vida. La incomprensible bruma del conocimiento del nahuacal oscureció por siempre nuestras hasta entonces insulsas y cándidas vidas. El método y disciplina iniciales fueron sucintos dando paso a un desordenado orden de quehacer y no haceres. Los que acatábamos con la más cabal y pura impecabilidad. Hacíamos o no - si hacíamos cada cosa de manera impecable, o sea, hacíamos exactamente lo que teníamos que hacer. El ahorro de energía nos amplió el punto de enlace. Dejamos atrás cual ilusiones, los sentires e ideales de la humanidad, por muy hermosos y sublimes que nos parecían, no dejan de ser una atadura más a la muerte total del alma. Después descubrimos lo esencial en cada cosa. Nos volvimos imponderables y nítidos en nuestro accionar. Ejercitamos nuestros físicos, confrontamos todo lo confrontable. Nos injertamos y mutamos hasta comprender y ver lo que realmente somos. Por Dios ¡cómo nos gustó! Inmutables nos expandimos hasta contraernos en el pamulli, negro o luminoso, para enseguida comenzar a ampliarlo hasta que llenó nuestros capullos. Un punto de encaje del tamaño de un nuevo luminoso. Entonces, por unos instantes, recordé un libro de poemas de Lao Tze que adquirí en la ciudad de Nueva York a principios de los setentas. Lo que jamás lograron entonces, lo hicieron después. Escuché y abracé cada palabra, concatenando un nuevo contexto. Vibré, me estremecí, ante tal sabiduría y al descubrir que esa monumental conciencia se había perpetuado.
- Allá las acciones son directas, sinceras y EXACTAS. Las ocultas telarañas de intereses, no existen y si existen matan sin contemplaciones.La piedad es ilógica donde la energía es el alimento. La primera y segunda atención no se entretejen con candor e inocencia. Depredación y depredadores, en eso se resumen. Quien deseé lo contrario tiene que enfrentar el lento y continuado don de la muerte. Si trasciende encontrará en la tercera atención sus dorados sueños hechos realidad. Ahí la muerte, sencillamente ni se concibe. Agonizar una vida para morir entre flores, rosas y aromas de jazmín, con la razón del intelecto apretado con explicaciones serias, sobrias, cuerdas y lógicas del susodicho nahualismo o toltequismo, habiendo dejado constancia de actitudes firmes y constantes. Solamente, por otro instante, quizás en la lápida lo recordarán. Perder así la energía infinita de la libertad de conciencia al liberarnos del cuerpo físico que nos hunde en la ignorancia, yo y la tierra.Dejar no es abandonar, es trascender. Más allá miramos atrás sabiendo que podemos regresar. La conciencia brotada para ser alimento del águila – sierpe Luztlak – an, en sus entrañas sabe que su original destino no era ser eso.